Practicando yoga en la vida diaria
El Yoga nos ayuda, nos enseña a
manejar y adiestrar la mente y el cuerpo para después aplicar estas prácticas a
la vida cotidiana.
Generalmente, durante el día, tenemos por costumbre
trabajar tensos y agitados, sin estar conscientes de esto. Continuamente
estamos contrayendo más músculos de los
que son necesarios: cuando tenemos un problema pendiente y pensamos en él,
apretamos las mandíbulas, tensando el rostro, tensamos los brazos, la espalda,
etc. y en las distintas
situaciones de la vida diaria mantenemos una actitud
defensiva que hace que gastemos una
cantidad innecesaria de energía, y además nos quita eficiencia para realizar lo que tenemos que hacer.
No
tenemos más que observar la cara y la
postura de la gente que anda por la calle y nos daremos cuenta de la tensión
que llevan reflejada en el rostro, como si estuvieran sufriendo o haciendo un
gran
esfuerzo. Las personas que viajan en el autobús, y hasta en su mismo coche, van rígidas, tensas, aunque su cuerpo va sentado, por dentro sostienen una lucha, imaginando, haciendo mil cosas en la mente, que llegan a fatigarlos como si lo estuvieran haciendo en realidad. Todo esto, hace que luego acaben con un agotamiento mental, que afecta profundamente al sistema nervioso y por ende a la salud en general.
esfuerzo. Las personas que viajan en el autobús, y hasta en su mismo coche, van rígidas, tensas, aunque su cuerpo va sentado, por dentro sostienen una lucha, imaginando, haciendo mil cosas en la mente, que llegan a fatigarlos como si lo estuvieran haciendo en realidad. Todo esto, hace que luego acaben con un agotamiento mental, que afecta profundamente al sistema nervioso y por ende a la salud en general.
Muchas
veces, la mayor parte de la fatiga que sentimos durante el día, no es causada
por un esfuerzo físico, sino por estas tensiones musculares y nerviosas debido
a los estados emocionales que consumen grandes cantidades de energía.
Podríamos
aprender a darnos cuenta de estas tensiones y contracturas que sostenemos en
todo momento y aflojarlas.
Si
practicamos yoga y hemos aprendido a relajarnos, será más fácil, en especial
porque hemos aprendido la respiración completa del yoga, que es la puerta de
entrada a la relajación, a la tranquilidad y la calma del psiquismo. La
respiración y
la relajación, suponen un
entrenamiento, una experiencia interior de cómo se siente uno cuando está
relajado y que podemos luego repetir a voluntad
en cualquier momento, aflojando
los músculos de los brazos, de las piernas, del cuello, de los hombros,
del vientre, etc.
Uno
de los métodos de relajación
más convenientes es la respiración profunda. Estos ejercicios se pueden llevar
a cabo en cualquier momento cuando se presenten la ansiedad y los nervios.
La respiración es un acto natural que ocurre
sin que tengamos que pensar en ello; es un mecanismo del cuerpo que permite el
intercambio de gases entre el exterior y el interior del cuerpo. Tomamos oxígeno
y eliminamos dióxido de carbono. Sin embargo si realizamos la respiración de
forma consciente podemos enriquecer el organismo aportándole energía, porque la
atención que pongamos en este acto es una energía que dirigimos con la mente
hacia un objetivo.
Se respira
sin forzar, mientras inspiramos dejamos la
atención en el recorrido del aire desde que entra por las fosas nasales, como
pasa por la laringe y como llega a los pulmones, expandiéndolos y movilizando
toda la caja torácica, el abdomen y el resto del cuerpo.
Al exhalar observamos cómo se relaja
el abdomen y la caja torácica, como los pulmones vuelven a su volumen normal,
como el aire recorre el camino inverso al salir hacia el exterior por la
laringe y finalmente por las fosas nasales. Se trata de prestar atención a las
sensaciones del cuerpo al inhalar y al exhalar. Esto de por sí, nos induce a la
relajación.
Una vez aprendemos a relajarnos,
podemos adaptar ese aprendizaje a todos los actos de nuestra vida de cada día.
Cuando estemos apurados por llegar a algún lado, y vamos en coche,
especialmente en un taxi, tendemos a inclinamos hacia adelante; cuando
esperamos en una sala de espera y se nos hace tarde, golpeamos el suelo con el pie o movemos las
manos, siempre estamos agitados, etc.
¿Por
qué no nos educamos para aprender a aprovechar esos y otros muchos momentos
para descansar?
Si de todas
maneras tenemos que esperar, aprovechemos el tiempo para relajarnos, adoptando
la actitud que convenga según el momento para no llamar la atención. Ejemplo,
si estamos esperando sentados, en vez de apretar las mandíbulas, o golpear el
suelo con los pies, aprovechemos a aflojar todos los músculos de los que seamos
conscientes que guardan tensión, aquellos músculos que no es necesario tensar
para mantener la postura.
Cuando
hablamos, intentemos no hacer más movimientos de los necesarios, los naturales
para expresarnos, al escuchar abandonemos la tensión, el estar a la espera de
contestar rápidamente.
Para ello,
debemos auto-observarnos, y descubriremos muchas de estas tensiones
inútiles para poder soltarlas.
Aprovechemos los pequeños momentos para
aprender a estar tranquilos, a serenarnos, respirando un poco más profundo y
disfrutando de la sensación de descanso, esto será un oasis y nos permitirá
recuperarnos dentro del agitado día, pequeños momentos de descanso.
Cuando vamos a comer, es importante no
guardar tensión, soltar la preocupación por las cosas que debemos resolver,
porque contraemos el abdomen y dificultamos la digestión, conviene practicar
varias respiraciones completas antes de comer.
Una de las
cosas más importantes y también de las más difíciles es el aprender a relajar
la mente.
Las
contracturas musculares que mantenemos en las distintas partes del cuerpo
dependen de la contractura que hemos formado en la mente, en la parte frontal del
cerebro. Cuando estamos muy preocupados, solemos fruncir el ceño; la mente,
está identificada con su preocupación, cerrada en sus problemas, y esto
afecta al cuerpo.
Para manejar
adecuadamente los problemas, debemos aprender a des identificarnos
de ellos, tomar distancia, si estamos apegados a ellos, los problemas nos
llevarán de un lado a otro sin que podamos solucionarlos. Es indispensable
relajar la mente, con la práctica iremos conociendo lo que significa
tener la mente relajada. Aunque no practiques yoga, puedes aprender a respirar
correctamente y a relajarte para eliminar esas tensiones que se hacen
habituales. La mente puede ser reeducada, al igual que un músculo, y no
lo sabemos, porque no se nos enseñó; así como aprendimos a realizar gestos
automáticos con el cuerpo y adquirimos hábitos musculares y posturales, también
podemos adquirir hábitos saludables, una mente serena y abierta.
El
contemplar espacios amplios en la naturaleza, es un recurso valioso para
ampliar la mente, despejarla y calmarla. El contacto en general con la
naturaleza, nos ayuda a armonizarnos, relajarnos, relativizar los problemas.
Antes de ir
a dormir, es conveniente silenciar la charla interna en la cabeza, otra vez
valiéndonos de la respiración completa, dejando "pasar"
los pensamientos, enfocándonos en el aire que entra y que sale del
cuerpo; esto que parece tan simple, con la práctica nos asegurará un descanso
reparador, al tranquilizar el sistema nervioso.
El desplazar
la atención por cada parte del cuerpo, con la idea de “soltar” es muy efectivo
como relajación, como también practicar visualizaciones que hayas aprendido.