jueves, 8 de octubre de 2015

Practicando Yoga en la vida diaria.CENTRO DE YOGA Y RELAJACION MAITREYA. ALCORCON-MADRID


Practicando yoga en la vida diaria
El Yoga nos ayuda, nos enseña a manejar y adiestrar la mente y el cuerpo para después aplicar estas prácticas a la vida cotidiana.
   Generalmente, durante el día, tenemos por costumbre trabajar tensos y agitados, sin estar conscientes de esto. Continuamente estamos contrayendo más músculos de los que son necesarios: cuando tenemos un problema pendiente y pensamos en él, apretamos las mandíbulas, tensando el rostro, tensamos los brazos, la espalda, etc. y en las distintas
situaciones de la vida diaria mantenemos una actitud defensiva que  hace que gastemos una cantidad innecesaria de energía, y además nos quita eficiencia para realizar lo que tenemos que hacer.
No tenemos  más que observar la cara y la postura de la gente que anda por la calle y nos daremos cuenta de la tensión que llevan reflejada en el rostro, como si estuvieran sufriendo o haciendo un gran
esfuerzo. Las personas que  viajan en el autobús,  y hasta en su mismo coche, van rígidas, tensas, aunque su cuerpo va sentado, por dentro sostienen una lucha, imaginando, haciendo mil cosas en la mente, que llegan a fatigarlos como si lo estuvieran haciendo en realidad. Todo esto, hace que luego acaben con un agotamiento mental, que afecta profundamente al sistema nervioso y por ende a la salud en general.

Muchas veces, la mayor parte de la fatiga que sentimos durante el día, no es causada por un esfuerzo físico, sino por estas tensiones musculares y nerviosas debido a los estados emocionales que consumen grandes cantidades de energía.
Podríamos aprender a darnos cuenta de estas tensiones y contracturas que sostenemos en todo momento y aflojarlas.
 
   Si practicamos yoga y hemos aprendido a relajarnos, será más fácil, en especial porque hemos aprendido la respiración completa del yoga, que es la puerta de entrada a la relajación, a la tranquilidad y la calma del psiquismo. La respiración y la relajación, suponen un entrenamiento, una experiencia interior de cómo se siente uno cuando está relajado y que podemos luego repetir a voluntad  en cualquier momento, aflojando  los músculos de los brazos, de las piernas, del cuello, de los hombros, del vientre, etc.  
  
  Uno de los métodos de relajación más convenientes es la respiración profunda. Estos ejercicios se pueden llevar a cabo en cualquier momento cuando se presenten la ansiedad y los nervios.  La respiración es un acto natural  que ocurre sin que tengamos que pensar en ello; es un mecanismo del cuerpo que permite el intercambio de gases entre el exterior y el interior del cuerpo. Tomamos oxígeno y eliminamos dióxido de carbono. Sin embargo si realizamos la respiración de forma consciente podemos enriquecer el organismo aportándole energía, porque la atención que pongamos en este acto es una energía que dirigimos con la mente hacia un objetivo.
 
  Se respira sin forzar, mientras inspiramos dejamos la  atención en el recorrido del aire desde que entra por las fosas nasales, como pasa por la laringe y como llega a los pulmones, expandiéndolos y movilizando toda la caja torácica, el abdomen y el resto del cuerpo.  
Al exhalar observamos cómo se relaja el abdomen y la caja torácica, como los pulmones vuelven a su volumen normal, como el aire recorre el camino inverso al salir hacia el exterior por la laringe y finalmente por las fosas nasales. Se trata de prestar atención a las sensaciones del cuerpo al inhalar y al exhalar. Esto de por sí, nos induce a la relajación.
Una vez aprendemos a relajarnos, podemos adaptar ese aprendizaje a todos los actos de nuestra vida de cada día.
    Cuando estemos apurados por llegar a algún lado, y vamos en coche, especialmente en un taxi, tendemos a inclinamos hacia adelante; cuando esperamos en una sala de espera y se nos hace tarde,  golpeamos el suelo con el pie o movemos las manos, siempre estamos agitados, etc.
  

 ¿Por qué no nos educamos para aprender a aprovechar esos y otros muchos momentos para descansar?
 
Si de todas maneras tenemos que esperar, aprovechemos el tiempo para relajarnos, adoptando la actitud que convenga según el momento para no llamar la atención. Ejemplo, si estamos esperando sentados, en vez de apretar las mandíbulas, o golpear el suelo con los pies, aprovechemos a aflojar todos los músculos de los que seamos conscientes que guardan tensión, aquellos músculos que no es necesario tensar para mantener la postura.
Cuando  hablamos, intentemos no hacer más movimientos de los necesarios, los naturales para expresarnos, al escuchar abandonemos la tensión, el estar a la espera de contestar rápidamente.
Para ello, debemos  auto-observarnos, y descubriremos muchas de estas tensiones inútiles  para poder soltarlas.
  Aprovechemos los pequeños momentos para aprender a estar tranquilos, a serenarnos, respirando un poco más profundo y disfrutando de la sensación de descanso, esto será un oasis y nos permitirá recuperarnos dentro del agitado día, pequeños momentos de descanso.
 
  Cuando vamos a comer, es importante no guardar tensión, soltar la preocupación por las cosas que debemos resolver, porque contraemos el abdomen y dificultamos la digestión, conviene practicar varias respiraciones completas antes de comer.
 
Una de las cosas más importantes y también de las más difíciles es el aprender a relajar la mente.
Las contracturas musculares que mantenemos en las distintas partes del cuerpo dependen de la contractura que hemos formado en la mente, en la parte frontal del cerebro. Cuando estamos muy preocupados, solemos fruncir el ceño; la mente, está  identificada con su preocupación, cerrada en sus problemas, y esto afecta al cuerpo.   
Para manejar adecuadamente  los problemas, debemos  aprender a des identificarnos de ellos, tomar distancia, si estamos apegados a ellos, los problemas nos llevarán de un lado a otro sin que podamos solucionarlos. Es indispensable relajar la mente, con la práctica  iremos conociendo lo que significa tener la mente relajada. Aunque no practiques yoga, puedes aprender a respirar correctamente y a relajarte para eliminar esas tensiones que se hacen habituales. La mente puede ser reeducada, al igual que un  músculo, y no lo sabemos, porque no se nos enseñó; así como aprendimos a realizar gestos automáticos con el cuerpo y adquirimos hábitos musculares y posturales, también podemos adquirir hábitos saludables, una mente serena y abierta.
 
El contemplar espacios amplios en la naturaleza, es un recurso valioso para ampliar la mente, despejarla y calmarla. El contacto en general con la naturaleza, nos ayuda a armonizarnos, relajarnos, relativizar los problemas.
 
Antes de ir a dormir, es conveniente silenciar la charla interna en la cabeza, otra vez valiéndonos de la  respiración completa, dejando "pasar"    los pensamientos, enfocándonos en el aire que entra y que sale del cuerpo; esto que parece tan simple, con la práctica nos asegurará un descanso reparador, al tranquilizar el sistema nervioso.
 
El desplazar la atención por cada parte del cuerpo, con la idea de “soltar” es muy efectivo como relajación, como también practicar visualizaciones que hayas aprendido.