Creado en Viernes, 10 Octubre 2014 17:24 (ESPACIO HUMANO)
La acción no tiene por qué ser
agitación y, sin embargo, sí puede ser meditación. ¿Cómo? Manteniendo en la
acción la actitud meditativa, es decir, estando más centrado y concentrado en
el aquí y el ahora, encauzando el esfuerzo o energía, activando la atención
consciente, desplegando la ecuanimidad, estimulando el sosiego interior,
recuperando el sosiego cada vez que se extravía y tratando de desarrollar
lucidez y compasión.
Cada trabajo, actividad o
acción, en lugar de llevarlos a cabo de modo mecánico, los podemos efectuar con
mente alerta y aquietada, sin dejarnos obsesionar por los resultados de la
acción y convirtiendo cualquier actividad en un soporte meditacional. Así la
meditación se convierte en un arte de vivir, en una técnica de vida, en la
contemplación en la acción, logrando, como diría Kipling, "mantener la cabeza tranquila cuando todo
alrededor es cabeza perdida". Se puede acometer la acción con mucha consciencia e interés, pero
sin aferramiento ni apego, sin sin aborrecimiento ni odio. Estar en la acción
desde la quietud y practicar lo que se llama, a cada momento, la atención
serena. Son muy significativas las palabras de Vivekananda:
"Trabajad como si fuérais en
esta tierra un viajero. Actuad incesantemente, pero no os ligueis; la ligadura
es terrible. Este mundo no es nuestra morada; es solamente uno de los
escenarios por los que vamos pasando".
La meditación en la acción, la
contemplación en la actividad, saber asir y saber soltar, no encadenar tanto el
momento anterior al posterior; tomar los acontecimientos con actitud ecuánime y evitando las
reacciones desorbitadas; aplicar siempre que sea posible el entendimiento
correcto; saber fluir, evitando inútiles fricciones, conflictos, preocupaciones
o disgustos. Estar en uno mismo a pesar de la acción, sin dejarse alienar por
la misma.
Por un lado la meditación sentada y,
por otro, la meditación en la acción. Cuando estamos atentos, de todo podemos
aprender y todo podemos utilizarlo como soporte para el entrenamiento metódico
de la concentración, la ecuanimidad y la lucidez. La atención nos procura
precisión y profundidad. Eatamos en actitud meditativa, si hay atención, tanto
al preparar una ensalada, como al dar un paseo o estar en la profundidad de la
caricia.
Era también Vivekananda, él mismo un gran karma-yogui, quien aconsejaba:
"Actúa, actúa, pero no dejes que ni una sola onda de inquietud alcance
tu cerebro". Como dice mi buen amigo y asiduo practicante de yoga Antonio García Martinez,
extraordinario procurador, muy diligente y eficaz en su trabajo, por fuera
parece un ejecutivo, pero por dentro su alma es la de un yogui y trata de
recuperar la calma cada vez que tiende a desvanecerse.
Cualquier trabajo, cualquier
actividad, toda acción, puede acometerse mecanicamente, con el yo-robótico, o
consciente y meditativamente. Así los frutos de la meditación sentada se llevan
a la vida cotidiana y se logra una dimensión de quietud aún en la frenética
actividad.
Ramiro Calle
Director del Centro de Yoga Shadak y escritor