La atención mental pura es como una
lámpara capaz de iluminar los oscuros y sinuosos terrenos de la mente. Es
denominada pura porque no juzga ni prejuzga, sino que se limita a captar lo que
es. Nos ayuda a conocer la mente, a adentrarnos en ella y descubrir su
entramado de autoengaños, reacciones neuróticas, subterfugios y frustraciones. Mediante el poder de la atención podemos
empezar a poner orden en ese trastero de desordenados cachivaches que hay en el
trasfondo de la mente. Podemos empezar a mirar lo que no éramos capaces
de ver o no queríamos ver debido a resistencias psicológicas de todo tipo. La
atención nos ayuda a conocer, regular, sanear y transformar la mente. También
nos es de gran ayuda para cuidarla, examinarla ordenarla y dirigirla. La
atención pura y consciente juega un papel de primera importancia en el
autoconocimiento, el desarrollo interior y la conquista de la visión clara y la
lucidez. Mediante la misma descubrimos las contradicciones internas, los
oprimentes hábitos psíquicos, los pretextos falaces y las tendencias
subyacentes nocivas. Así uno sabe qué hay que cambiar y qué hay que desechar o
afirmar. La atención se convierte en una luz
para ir desvaneciendo las sombras
dela mente e incluso iluminar y conocer el material sumergido en la trastienda
de la mente. Cuanto más intensificada esté la atención mental, tanto mejor para
llevar a cabo con éxito esta ardua pero importantísima tarea. La observación y
el examen de la mente puede llevarse a cabo durante la práctica de la
meditación, pero también en la vida cotidiana. Mediante la observación de la
mente vamos consiguiendo conocer a esa que era una gran desconocida y saber de
sus mecanismos más íntimos para poder convertirla de enemiga en alidada.
También la observación inafectada y lúcida de los procesos mentales nos ayudará
a limpiar el fango del subconsciente y agotar el impulso de muchas propensiones
perniciosas y que nos mantienen condicionados y cautivos.
La atención nos permite vigilar y
vigilarnos, estar alertas a lo que sucede fuera de nosotros y a lo que discurre
en nuestro interior. Así somos más conscientes de las influencias e impactos
que vienen de afuera y de cómo reaccionamos a ellos. Mediante la atención vemos
nuestras reacciones emocionales y evitamos que se desorbiten. Buda declaraba: "Si
te estimas en mucho, vigílate bien". También decía: "La
atención es todopoderosa en cualquier momento y circunstancia" y en el
Dhammapada podemos leer algo muy relevante: "El que está atento está
vivo; el que no es como si ya hubiera muerto". Lo que nos permite
conectar con lo que deviene a cada momento es la atención y una atención pura,
plena y consciente nos ayuda también a ver y desarticular muchas de nuestras
reacciones egocéntricas, pudiendo evitar dejarnos embaucar una y otra vez por este
gran embaucador. También a través de la observación inafectada que se logra
mediante el cultivo de la atención somos capaces deconsciencias y examinar los
fluctuantes estados de la mente, aprendiendo a no dejarnos atrapar por los
pensamientos o automatismos mentales. La
atención así es como un "lugar" sereno desde el que observar
sin dejarse implicar inútil y atolondradamente en lo observado.
La atención nos protege, vela por
nosotros, nos ayuda a debilitar las raíces insanas de la mente (ofuscación,
avidez y odio). Mediante ella se van desvaneciendo los velos de la mente (el
reactivo, el interpretativo, el imaginativo, el egocéntrico y otros) y comienza
a surgir la lucidez o comprensión clara. La combinación de la atención pura y
la comprensión clara son idóneas para la vida cotidiana y no solo para el viaje
interior. Vamos aprendiendo a estar más atentos y lúcidos al pensar, al hablar,
al llevar a cabo cualquier actividad. Por un lado nos entrenamos mediante la
práctica asidua de la meditación y por otro tratando se estar más atento e
cualquier cosa que llevamos a cabo. Convertimos así la meditación en un
verdadero arte de vivir y el cultivo y entrenamiento metódicos de la meditación
en una inspiradora y transformativa técnica de vida. De dicho modo se puede
vivir con mayor intensidad y plenitud pero sin tanto apego. El sabio budista
Asvaghosa especificaba: "El que está situado en la atención como
guardián de su mente no puede ser invadido por los apegos, igual que una ciudad
bien guardad no puede ser conquistada por el enemigo”.
El entrenamiento y desarrollo de la
atención le permite a la persona estar más presen a cada momento, sabiendo
desvincularse del pasado y no obsesionarse con el futuro. Se aprende a conectar
con lo que es. En uno de sus sermones Buda dijo: "Ven y mira".
No dijo ven y recuerda, o ven e imagina, o ven e interpreta o ven y juzga o ven
y supón. Simplemente: "Ven y mira". Mira lo que es aquí y
ahora, libre de juicios y prejuicios, de viejos patrones o esquemas. Conectar y
ver lo que es solo se hace posible mediante la atención presente y la clara
comprensión. La clara comprensión o lucidez también ayuda a definir mejor el
objetivo y los medios para ir hacia el mismo. Muy útil es también la clara
comprensión de la idoneidad, que nos enseña cuando hay que intervenir o dejar
de hacerlo, hablar o guarda el noble silencio, hacer o establecerse en el
observador inafectado sin hacer.
Toda persona puede trabajar el
desarrollo metódico y progresivo de la atención. Seguiremos refiriéndonos a
ello en nuestro próximo trabajo. También hay que considerar que la atención
debe estar asociada a una ética genuina y el desarrollo de la sabiduría. No
basta con la sola atención, como nos indicado algunos libros actuales, para
transformarse. Nadie está tan atento como un ladrón cuando roba o un verdugo
cuando ejecuta. Es imprescindible observar la triple disciplina: la
genuinamente ética, la de la concentración mental y la del florecimiento de la
sabiduría que libera porque permite ver las cosas como son desde la pureza de
la mente y es fuente de la profunda y reveladora compasión.