Causa y Efecto (Karma)
Quien quiera pensar que un “dios malo”, “los demás” o simplemente
la “casualidad” ocasionan las cosas que suceden, encuentra en el mundo
muchas ofertas espirituales. Las enseñanzas del Buda no están entre
ellas. El Budismo comienza con la responsabilidad propia, pues aquí
aprende uno a ver sus experiencias como consecuencia de sus acciones
anteriores, sin buscar otro “culpable” de ellas, y empieza a sembrar
conscientemente las causas de la felicidad. De esta forma influye uno en
los resultados y no permanece eternamente como un niño, dependiente y
entregado a las circunstancias.
El que quiere vivir seguro a largo plazo, sobre una base sólida,
necesita sólo observar la ley de causa y efecto. Las impresiones que
fueron plantadas en el subconsciente, por medio de nuestras acciones a
nivel de cuerpo, habla y mente, madurarán en su
momento. Las condiciones
externas e internas se unirán y decidirán nuestro futuro, influenciando
el mundo externo. Inclusive cuando diferentes eventos tales como el
clima o la economía están determinados por numerosas condiciones y por
lo tanto son difíciles de comprender, aún así expresan diferentes capas
que maduran a partir de la causa y el efecto.
Esto cambia también la apreciación del sufrimiento del mundo, y uno
puede explicarse mucho de lo que le parecería injusto si pensara que
sólo hay una vida, pues hasta que se reconozca y use la ley de causa y
efecto, los actos de vidas pasadas determinan considerablemente las
condiciones en cada nueva vida. Después de la muerte, cuando se
suspenden las percepciones de los sentidos, se manifiestan las
impresiones acumuladas en la vida. Éstas son definitivas para cuatro
resultados que se producen a partir de ellas. En primer lugar, las
impresiones determinan la clase de experiencia uno tiene entre un cuerpo
y el próximo. En segundo lugar, producen la conexión con los padres
futuros, que determina la herencia genética y la orientación en la
próxima vida. En tercer lugar, deciden las circunstancias del país o la
procedencia social. Finalmente, moldean la actitud con la que uno se
relacionará con el mundo y los otros seres humanos. Esto conduce a su
vez a acciones provechosas o dañinas en vidas futuras.
Para evitar la propia infelicidad, el Buda aconseja evitar las diez
acciones dañinas: matar, robar, romper relaciones que funcionan o dañar
sexualmente a otros, mentir, calumniar, hablar en forma brusca e
hiriente, chismear y evitar a toda costa la codicia, el odio y las
visiones erróneas. Estos no son mandamientos. Cada uno es libre de
decidir si quiere guiar su vida según dichas recomendaciones o no.
Fragmentos de Las Cosas como son, Lama Ole Nydahl