BLOG DE RAMIRO CALLE www.ramirocalle.com
Hace veinte años inicié en la práctica
del hatha-yoga a María Luisa Jiménez Marqués, que ya era asidua
practicante de meditación. Se formó a fondo para ayudarme como monitora
en el espacio que a lo largo de tres años hicimos en TV, casi a diario y
para numerosos países, además de España, impartiendo en directo clases
de asanas, respiración, relajación y meditación. LLeva más de quince
años dando todos los días clases de hatha-yoga en el centro de yoga
Shadak y es una extraordinaria profesora.
Creo que su testimonio, vivido como
experiencia personal (y no olvidemos que el yoga es todo él experiencial
y los yoguis han verificado por sí mismo las técnicas a lo
largo de
milenios), es de máximo interés y me identifico plenamente con el mismo,
por lo que lo incluyo para que sirva de luminosa reflexión:
"Al ver toda la adulteración que se está
produciendo con respecto al genuino hatha-yoga, yo saco una conclusión
de todo ello: Está claro que no se habla en muchas informaciones
sesgadas del hatha-yoga, que parece el gran olvidado, sino de yogas
desnaturalizados o pseudoyogas que se han puesto de moda u otras formas
aún más agresivas y lesivas que se practican en Estados Unidos y se han
ido desplegando por otros países. Los yoguis no estudiaban anatomía,
porque la descubrían en sí mismos y por sí mismos, desde su experiencia
personal. Su trabajo era metódico, regular y progresivo, con lo cual
difícilmente podía resultarle lesivo.
El yoga genuino es descubrirse,
sentirse, vivirse, experimentarse; más allá de los conceptos, de las
teorías, de los Maestros, porque desde el primer momento la práctica se
convierte en algo personal e intransferible, aunque se comparta el
espacio donde se realiza. Lo que falla no es tanto el conocimiento como
el método.
El problema es convertir un método de
autodesarrollo en un culto al cuerpo, en querer llegar a la meta sin
recorrer el camino... siempre yendo hacia afuera en lugar de hacerlo
hacia adentro. Está muy bien seguir el camino que uno quiera tomar, pero
no hay que confundir los métodos ni los objetivos. Para cada objetivo
existe un método, o muchos, pero no todos son los más apropiados. ¡Hay
que saber discernir!"
Nunca el yoga tendría que convertirse en
un medio para cultivar la estampa del campeón, afirmar el orgullo
espiritual (que es sin duda el peor) y pronunciar el narcisismo,
estimular el sentido de la competición o el de jactarse de ser más
flexible que el otro y contentarse con convertirse en un llamativo
contorsionista. Pero claro, muchos se prestan a dar lo que vende, lo que
demanda esta sociedad enfermiza de ego y poder, tendente siempre a lo
aparente y no a lo real, a lo superfluo y no a lo esencial.
El yoga es un patrimonio espiritual de
la humanidad, aunque muchos se empeñen en ser como mercaderes en su
puesto en el "mercado espiritual" desgañitándose para vender una
"enseñanza" que nada tiene que ver con el yoga genuino. ¿Por qué le
llaman yoga si no es yoga? Es como llamarle al juego de damas el juego
del ajedrez cuando no lo es.
Ramiro Calle
Centro de Yoga Shadak